Gigante Rojo

por papagoriot

(Publicado originalmente para el concurso #92 de Las Historias)

—Tres meses. Bueno, ya cuatro en noviembre—me dijo—. El señor de adelante lleva dos.

­— ¿Pero cómo?

—Es que heredó el lugar de su abuelo­— señaló la bolsa negra que cargaba el señor—. Quesque traen una maquina de movimiento perpetuo.

El sombrero de la señora despedía un olor a sudor rancio, con este mentado calor todos lo hacíamos. La verdad es que ya ni me acuerdo cómo se sentía tener frío en invierno. Saqué un pañuelo para secarme la frente; la señora me miró.

—Cada día está más gacho ¿no? —Usó su sombrero de paja a modo de abanico—. La semana pasada mi hija me hizo relevo, me dijo que en Rusia se desesperaron y ya despegaron a las colonias de Centauri.

Chequé mi celular. Lo hice por costumbre, no había señal desde hace un mes y los satélites que quedaban eran de uso exclusivo para las autoridades.

— ¿Y usted? — Me preguntó.

— ¿Perdón?

— ¿Qué se trajo?

—Unos diarios de Frida Kahlo.

— ¡Achis!

— Me tocó turno de guardia el día que saquearon el museo. También tenía unos bocetos pero los cambié por tres rotoplas llenos hasta el tope de agua limpia.

— ¿Y a poco con eso le van a dar lugar en la nave?

—Pues se supone que ahorita andan rescatando todo lo que tenga valor histórico—agarré con fuerza mi portafolio—. Ya ve que fue de lo primero que acabó en la pira de las vanidades.

—Es que con estas filas más vale tener algo que valga mínimo un boleto—me dijo—, desde aquí todavía son tres cuadras a la oficina de intercambio.

—Nomás necesito uno.

—A mí sólo me falta uno.

La señora chifló con fuerza y acto seguido sentí un golpe en la nuca; me robaron el portafolio y mi única oportunidad para escapar de la tierra. Acabé de espaldas sobre la banqueta ardiente. El sol dominaba el cielo: rojo, gigante, moribundo.